lunes, 6 de junio de 2011

FERNANDO GUALDONI, SOBRE ELECCIONES PERUANAS

La victoria de Ollanta Humala en las presidenciales de Perú supone el triunfo de la memoria del pueblo peruano sobre su temor al futuro. Eso sí, por muy poco. Es indudable que el recuerdo del régimen autoritario de Alberto Fujimori ha pasado factura a la candidatura de su hija Keiko, sobre todo el escalofriante escándalo de las esterilizaciones forzadas que se llevaron a cabo durante el régimen fujimorista, al que Keiko, como mujer, no supo reaccionar ante el electorado femenino. Pidió disculpas con la boca pequeña y negó toda posibilidad de que esas prácticas fueron una política de Estado para el control de la natalidad. Pero es difícil cree que la esterilización de más de 250.000 mujeres indígenas en las zonas más pobres del país fue obra de un grupo de médicos fanáticos.

Perú prefirió darle una oportunidad a Humala a pesar de que casi la otra mitad del país sigue sin creer que el nacionalista ya no es el radical de la izquierda chavista que era en 2006, cuando se presentó por primera vez a las presidenciales. Sin embargo, tras el apoyo decidido de intelectuales como el Nobel Mario Vargas Llosa o de políticos como el expresidente Alejandro Toledo, el asesoramiento de brasileños vinculados al partido de Lula da Silva y la firma por parte del candidato de todos los compromisos escritos habidos y por haber en defensa de la democracia y el modelo económico de libre mercado; los peruanos lo votaron con la esperanza INFUNDADA de que todos esos apoyos y actos acaben por contener cualquier tentación autoritaria que Ollanta Humala, el primer gobernante de izquierda ¿AHORA SIGUE SIENDO O NO? elegido en las urnas en la historia de Perú, pueda tener.

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