sábado, 4 de junio de 2011

OBAMA EN EUROPA - Y DESPUÉS

Antes de matar a Osama Bin Laden sin reconocerle el “debido proceso legal” proclamado por las Enmiendas Quinta (1791) y Catorceava (1867) de la Constitución y sin dar noticia de esta intervención armada ni pedir consentimiento alguno al gobierno de Pakistán, Barack Hussein Obama ya había entrado en contradicción flagrante con una promesa clave de su campaña electoral de 2008: cerrar ese campo de concentración de sospechosos maltratados por sus guardianes que seguía siendo Guantánamo.

Eliminado Bin Laden, Dick Cheney, que fue vicepresidente de Bush, afirmó con razón que Guantánamo había sido clave para el éxito de la operación, por emplear “técnicas mejoradas” de interrogación que permitían sacar de los detenidos en las cárceles de Guantánamo y Afganistán todo lo que sabían y no decían. Obama consiguió así, gracias a estos deplorables recursos proporcionados por Bush, un triunfo inmenso que le fue negado a su predecesor. No lo habria logrado si hubiera permanecido fiel a una de sus promesas electorales aclamadas por sus partidarios durante la campaña.

Con esta nueva aureola de vengador vencedor que liberó al mundo de un terrorista sin fronteras, Obama apuró su octavo viaje a Europa, apenas seis días, según un programa asaz variado. Primero, la nota familiar, una visita al pueblo irlandés de donde procede una parte de su ancestro materno. Después, su homenaje al Reino Unido: “la nuestra no es sólo una relación especial. Es una relación esencial para nosotros y para el mundo.” En el Parlamento de Westminster, Obama y Cameron coincidieron en una comparación -muy discutible- de las revueltas norafricanas con lo ocurrido en Europa del Este tras la caída del Muro de Berlín. Después, los dos se trasladaron a Deauville, Mayo 26, para participar en la reunión del G8 focalizada precisamente en Oriente Medio. A pocos días de la crítica que le dedicó Helmut Schmidt en Die Zeit, Obama confirmó una vez más su línea dura: “EEUU repetiría un raíd como el de Bin Laden”. El G8 desplegó a su vez su cadena de amenazas militares. Para exigir la renuncia de Gadafi, que ahora también reclama Rusia.”¡Vamos a terminar el trabajo!”, sentenció Obama. Sin negociación previa con el régimen, exigió una vez más Sarkozy. Pero también –¡ya era hora! - para advertir a El Asad que habrá sanciones si en Siria no cesa en la violencia. Alemania creará una fuerza de intervención rápida de 30.000 hombres, anunció el Ministro de Defensa de Maizière, apoyado por el SPD y Los Verdes. Habrá también una inmensa ayuda monetaria a Túnez y Egipto, consideradas como las dos vanguardias en la oleada de revueltas árabes. Mientras miles de egipcios siguen reuniéndose en la plaza Tahir, Mubarak y sus dos hijos serán juzgados por las muertes de rebeldes: el país se divide en sus actitudes ante el depuesto líder y sus hijos. Y por último, Obama visitó Polonia, para tranquilizarla en medio de sus tensiones con Rusia.

¿Qué reacciones de sus bases cosechará este Obama al iniciar su nueva campaña presidencial? ¿Qué nuevos tipos de militantes reclutará? ¿Quién será su adversario republicano?

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