domingo, 3 de abril de 2011

NIPONES, ÁRABES, EUROPEOS


Dos narrativas abiertas, la norafricana y la japonesa, siguen golpeándonos, inexorables, con formidables cambios que no podíamos prever, ni situar en su proyección regional y mundial. La norafricana, de rebeliones políticas en cadena contra arraigadas autocracias, enfrenta masas anónimas lanzadas a la gimnasia gestual y los gritos destemplados, cuyas capacidades políticas y militares desconocemos, y personajes de gobiernos harto conocidos. La japonesa, acumula víctimas y sobrevivientes sin nombre golpeados por el terremoto, el maremoto y la catástrofe atómica. Culturas, políticas y economías radicalmente diferentes, las de los árabes y los nipones. ¿Cómo encauzar las protestas masivas por el camino de la transición democrática en países carentes de partidos, oprimidos por sus déspotas? ¿Cómo prever y controlar catástrofes naturales que suman miles de víctimas y sus proyecciones sobre el uso de la energía atómica?

Los efectos de ambos procesos sobre el sistema mundial de relaciones internacionales habrá que seguir investigándolos a lo largo de este año. Aquí van algunos ejemplos europeos. 1. Al votarse la resolución 1973 del Consejo de Seguridad que autoriza recurrir a la fuerza contra el régimen de Libia estableciendo una zona de exclusión aérea sobre todo el territorio, Alemania optó por la abstención, igual que Rusia, China, India y Brasil, los grandes emergentes. 2. Cuando, tomando muy en cuenta la alarma japonesa, la UE replanteó los riesgos de las centrales atómicas instaladas en sus estados miembros, de manera que “si se hallan deficiencias, la central no debe tener actividad”, sólo Alemania, Francia y España se comprometen a cerrar las centrales nucleares que suspendan el examen de resistencia: apenas tres de los veinticuatro con centrales atómicas. 3. Alemania es la primera en decidir la clausura temporal de siete de sus diecisiete reactores. 4. La explicación de estas decisiones inmediatas de Merkel remitió, claro, a sus intereses electorales, muy castigados, como entonces se preveía y muy pronto se ha comprobado. en Baden-Würtenberg: gran salto adelante de los Verdes y, no tanto, de los socialdemócratas. Quedaba confirmada así la formidable capacidad movilizadora de los alemanes cuando se saben interpelados por las grandes cuestiones. 5. Mientras tanto, en Francia, Sarkozy, erecto el índice de su diestra, pretende arrogarse una vez más el primer rango en los grandes encuentros. Cuenta su consejero de todos los días, ahora también ministro del Interior Claude Guéant: “todo el mundo se ha dado cuenta de que, afortunadamente, Sarko estaba allí: lideró la cruzada para movilizar el Consejo de Seguridad, la Liga Árabe y la Unión Africana”. Poco antes, Gadafi quería perfilarse como el que nos evitaba Al Qaeda a todos los europeos; ahora, la nombra para esgrimirla contra los “cristianos”. Todavía no hay señales visibles de terrorismo islámico organizado en el norte de Africa. ¿Hasta cuándo? 6. Las cantonales francesas ponen en su lugar a Sarkzozy, afectado a la vez por la pérdida de votos en su partido, sus críticos dentro del gobierno, el ascenso del Frente Nacional bajo el liderazgo de la hija de Le Pen y la victoria de un Partido Socialista con un exceso de aspirantes a la candidatura presidencial.

Pero en este mundo todavía unipolar, EEUU sigue siendo el actor más influyente. ¿Hacia dónde apunta, ahora y después? ¿Cómo salir de Libia? se preguntan también ellos. Y, ante los nuevas protestas en Siria, ¿qué hacer cuando la protesta popular se extiende también frente a “gobiernos amigos”?

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