Mensaje de Navidad de Su
Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela.
Madrid, 24 de diciembre de 2011 Mensaje de Navidad de Su Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela, 24 de
diciembre de 2011
-1-
Buenas noches. En Nochebuena,
como cada año, me dirijo a todos vosotros para transmitiros mis mejores deseos
de paz y felicidad.
Al término de este año difícil
y complicado para todos, quiero hablaros con sinceridad y realismo, sin rehuir
los problemas que nos aquejan como sociedad.
Quiero hacerlo con la
confianza y el optimismo que me inspiran las virtudes del pueblo español, al
que quiero con todo mi corazón y al que a lo largo de estos treinta y seis años
de reinado he aprendido a conocer a fondo y a admirar con orgullo.
Llevamos varios años sumidos
en una severa crisis económica y financiera cuyas causas complejas no son
siempre fáciles de entender, pero cuyos efectos negativos son para todos
evidentes. Para muchos, tristemente demasiado evidentes por su dureza.
Es una crisis que está llamada
seguramente a modificar hábitos y comportamientos económicos y sociales.
Si España ha alcanzado en los
últimos decenios las más altas cotas de progreso y bienestar de su historia,
ahora hemos de saber reconocer con
humildad cuáles han sido los comportamientos
en los que, como individuos y como grupo, hayamos podido equivocarnos.
Sólo a partir de este
reconocimiento, y con los mejores valores de nuestra sociedad por delante,
podremos comenzar a superar esta crisis.
Será necesario para ello un
planteamiento global, un enfoque de conjunto cuyas líneas maestras y medidas
concretas corresponde diseñar,
desarrollar y aplicar a los responsables políticos y a los agentes económicos y
sociales.
En este ámbito a mí me
corresponde, como Jefe del Estado, animar a esas instancias a trabajar sumando
voluntades, no restándolas; acercando posiciones, no distanciándolas; buscando
avenencias, no rechazándolas. Animarles a trabajar con diálogo y altura de miras,
con rigor y convicción.
Sé, sabemos todos, que el
camino de la recuperación no será corto ni tampoco fácil, que exigirá
sacrificios.
Por eso resulta tan importante
que la sociedad en su conjunto asuma la trascendencia del momento y sepa
responder a los desafíos de una situación tan difícil como la que vivimos con
el necesario realismo, pero también con mucha generosidad, con mucha solidaridad
hacia quienes por sus circunstancias económicas o familiares son más vulnerables.
Vivimos una crisis de
naturaleza global que ha puesto de manifiesto la dificultad de que cada país
pueda afrontarla aisladamente. Las soluciones exigen establecer de forma coordinada
medidas efectivas. Mensaje de Navidad de
Su Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela, 24 de
diciembre de 2011
-2-
En ese empeño se encuentra la
Unión Europea y en él Europa encontrará a España en la vanguardia, como actor
destacado que desea seguir jugando un papel relevante. La vocación europeísta
de España se hunde en las raíces de la historia de nuestro continente, y
nuestro compromiso es tan fuerte e intenso con su futuro como lo es hoy con su
presente.
Una vocación europeísta que
gana valor y peso con la solidez de los lazos que nos unen con las naciones iberoamericanas
y con nuestros vecinos de la orilla sur del Mediterráneo.
La crisis es internacional
pero también tiene perfiles nacionales
propios. El más doloroso de todos es, desde luego, la elevada tasa de desempleo
que sufrimos, moralmente inasumible para un país vertebrado, moderno y
solidario como el nuestro. Es cierto que, en una coyuntura como la que vivimos, los temas que requieren una solución
prioritaria se agolpan ante nuestra puerta, pero si tuviéramos que destacar la máxima prioridad creo que ninguno dudaríamos en
señalar la lucha contra el desempleo como objetivo último y cierto.
Ciudadanos, instituciones y
administraciones públicas debemos volcar nuestros mejores esfuerzos y energías
en apoyo de los desempleados y de sus familias. Con una cifra de parados
inaceptable, y que lo es todavía más entre los jóvenes que buscan su primer
empleo, quiero rendir un hondo homenaje
de agradecimiento y admiración a las familias, cuya generosidad y entrega está
siendo clave para que nuestro país mantenga los actuales niveles de estabilidad
social. Todas las medidas que se adopten deben tener como objetivo final la
recuperación del empleo, pues esta es la principal palanca que puede dar a cada
individuo un horizonte de dignidad y estabilidad, y al conjunto de la sociedad
una expectativa de prosperidad.
Estabilidad y prosperidad, en
el marco de nuestra Constitución, es lo
que esta gran nación española ha sabido construir en paz y libertad a lo largo
de las últimas décadas, junto con un Estado de Bienestar necesario para mantener la indispensable cohesión social
que la justicia distributiva reclama.
Estos son también nuestros
desafíos de hoy. Las herramientas para
enfrentarlos con éxito son los valores que han hecho siempre grandes a los
pueblos: educación, trabajo, esfuerzo, iniciativa, compromiso, solidaridad,
entre otros. Son los que necesitamos
potenciar, tanto colectiva como
individualmente, más que nunca en la coyuntura actual.
Junto a la crisis económica,
me preocupa también enormemente la desconfianza que parece estar extendiéndose
en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y
prestigio de algunas de nuestras instituciones. Necesitamos rigor, seriedad y
ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades
públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un
comportamiento ejemplar.
Mensaje de Navidad de Su
Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela, 24 de
diciembre de 2011
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Cuando se producen conductas
irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la
sociedad reaccione. Afortunadamente
vivimos en un Estado de Derecho, y cualquier actuación censurable deberá
ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos.
No debemos, sin embargo,
generalizar los comportamientos individuales, so pena de cometer una gran
injusticia con la inmensa mayoría de servidores públicos, y también de
empresarios o trabajadores del sector
privado, que desarrollan su labor de forma ejemplar y honesta.
De lo contrario, se podría
causar un grave daño a instituciones y organizaciones que son necesarias para
la vertebración de nuestra sociedad.
La unidad de las fuerzas
democráticas y la firmeza de los españoles en la defensa de nuestro Estado de
Derecho frente al terrorismo, han demostrado que los proyectos totalitarios no
tienen cabida en la España democrática. Frente a la intolerable pretensión de
los terroristas de tratar de conseguir objetivos políticos mediante el uso de
la violencia, la amenaza, la intimidación
o la extorsión, la sociedad vasca y el conjunto de la sociedad española
han defendido su libertad y sus instituciones desde la legalidad, con el
sacrificio y la eficacia de las Fuerzas de Seguridad, la permanente y decidida
acción de la justicia y la generosa
cooperación internacional.
Ahora es ya tiempo de que los
terroristas entreguen sus armas asesinas y desaparezcan para siempre de
nuestras vidas. Esta noche es un momento
especial para dedicar un recuerdo emocionado a quienes más han sufrido esta
tremenda injusticia, las víctimas del terrorismo.
Nuestra sociedad tiene
contraída una permanente deuda de gratitud con el sacrificio y el dolor de
todas las personas que perdieron la vida, quedaron mutiladas, fueron extorsionadas
o se vieron obligadas a abandonar su tierra. Al evocar su memoria, queremos
poner de manifiesto su dignidad y
compartir su sufrimiento y el de sus familias, que siempre contarán con nuestro
apoyo, solidaridad y afecto.
Este es nuestro firme
compromiso, para recordar que su sacrificio no ha sido en vano. Es el
compromiso de una sociedad libre que no se deja amedrentar, que exige justicia
y reparación para quienes fueron víctimas de
la violencia por no querer someterse a la dictadura del terror.
Hace cinco semanas los
españoles, como dueños de su destino y en el ejercicio de sus derechos
soberanos, han elegido a sus representantes a nivel nacional en unas elecciones
generales que han dado como resultado la alternancia política.
Mensaje de Navidad de Su
Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela, 24 de
diciembre de 2011
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En este nuevo escenario que se
abre, la Corona, en tanto que símbolo de la unidad y permanencia del Estado,
seguirá haciendo todos los esfuerzos necesarios en favor de una convivencia
integradora. Los actuales son tiempos de gran exigencia. Nos esperan muchas
dificultades pero también nos respaldan sólidos valores que nos hacen sentirnos
orgullosos de ser españoles, y un pasado reciente de superación que nos sirve
de estímulo.
Como os dije la Navidad
pasada, “no hemos llegado hasta aquí para dejarnos vencer por las dificultades,
para renunciar a nuestras ambiciones de construir un país cada vez mejor”.
Hemos demostrado con creces
que, cuando estamos unidos y seguros de lo que queremos, sabemos dar respuesta
a los retos más complejos. Los que tenemos ante nosotros lo son, pero no tengo
duda de que los españoles sabremos estar a la altura de los tiempos y para ello
siempre contaréis con el mayor y mejor hacer de la Corona.
Son muchos los mensajes que
quisiera hacer llegar a todos y a cada uno de los sectores y colectividades que
integran nuestra sociedad. Sabed que todos estáis en mi corazón y en mi
pensamiento.
En esta noche, quiero dar las
gracias especialmente a tantos españoles que en los últimos meses se han
interesado por mi salud, felizmente recuperada.
En este tiempo, he podido
apreciar, aún más si cabe, el rigor y el acierto con que mi hijo, el Príncipe
de Asturias, me acompaña como Heredero de la Corona en el servicio a los
españoles y a España, a su democracia, a su Estado de Derecho, a sus
libertades, a su unidad y su diversidad, y a la defensa de sus intereses en
todo el mundo.
Os reitero mis mejores deseos
en esta Navidad y para el año que pronto comienza.
Estemos unidos. España lo
merece y lo necesita. Buenas noches
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