Imposible prever qué
nos espera en 2012, pero ciertos procesos y protagonismos del año que termina
anuncian, ya, la persistencia de grandes alarmas y pocas esperanzas
entrecruzadas. La crisis financiera y económica seguirá a escala mundial
suscitando respuestas discordes según los centros de poder. Las agencias de
calificación que en su génesis no supieron anunciarla apuran ahora ese recital
de advertencias, amenazas y castigos que se ha vuelto referencia suprema cada día en Europa y EEUU:
Obama insta a la UE a ser contundente y promete “hacer lo que toca”. Y en
nuestra UE, el poder político sigue a remolque de los poderes del mercado
mientras ciertos “tecnócratas” sustituyen a gobernantes elegidos por el voto
popular en Grecia y en Italia. ¿Retornará acaso Berlusconi para mantenerse
impune ante los tribunales y protagonista en todos los escenarios que domina?
En el 2011 EEUU conmemorò el decenio del 11-S
y semanas después mató a bin Laden, su protagonista, negándole el derecho al
debido proceso legal. ¿Por qué no le interrogó para castigar a sus seguidores y descubrir nuevas pistas
para derrotarlos? Pese al optimismo inmediato de Washington, Al Qaeda no ha entrado
en el declive esperado. El terrorismo islámico seguirá sumando víctimas sobre
todo en aquellos países donde muy otros islámicos son mayoría. Su matar
suicidándose como suprema confesión de fe se ha vuelto rutina informativa. La “primavera
norafricana” sorprendió a todos con su dinámica inicial pero no ha realizado
hasta ahora sus promesas mayores. ¿Las reabrirá en Egipto y en Marruecos con
sus elecciones de diciembre? Si el principal factor identitario en ese mundo
era hasta ahora el panarabismo, y no el
Islam, ahora, apuntan algunos, iría hacia el panislamismo con sus partidos
integristas.
La violencia armada
mantendrá las guerras entre estados y el terrorismo de islámicos contra
islámicos y contra otros ajenos al Islam, en escenarios cambiantes y
recurrentes. La violencia de narcotraficantes proseguirá, sobre todo en México
y Colombia. La violencia de género también, en todas partes. Y los asesinatos
con múltiples víctimas, como aquel, atroz, perpetrado en Noruega 2011, reaparecerán
en ocasiones y escenarios inesperados.
En 2012, los cambios de
gobierno pueden producirse o no en las fechas s ya anunciadas y en otras,
súbitas. En EEUU ¿ganará Obama su reelección? ¿Qué podrán hacer los
republicanos con un partido dividido entre dos culturas políticas
incompatibles? En Francia ¿ganará el obsesivo Sarkozy convertido en
coprotagonista de la crisis europea del brazo de Angela Merkel, cuya primacía,
que es la de Alemania, no puede disimular? En la República Federal ¿cuántos
contrastes en los Länder harán falta para que Merkel renuncie a la Cancillería?
En Rusia sabemos ya que el intercambio de los roles de presidente y primer
ministro asegura el retorno de Putin al
máximo rango y el de Medvedev como su
primer ministro. Mientras tanto ¿qué
esperar de esos procesos nuevos,
englobados bajo los rótulos de “la primavera árabe” y los “indignados”?
A comienzos de diciembre, este sigue siendo un otoño tormentoso. Los “indignados” se mantienen sí como un
movimiento diferente y diferenciador en España, Grecia, Alemania, Italia,
incluso en EEUU – Washington, Nueva York… Estallan sus protestas pero no
funcionan hasta ahora como un nuevo movimiento internacional. ¿Llegarán a
serlo? Y de ser así ¿con qué objetivos y qué efectos?
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