viernes, 25 de noviembre de 2011

"UN CURIOSO CONFLICTO INTERNACIONAL"


El paraíso perdido. Julio María Sanguinetti | Para LA NACION
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Ruben Menes
04:39 (hace 8 horas)
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De: Elazar

Asunto: El paraíso perdido. Julio María Sanguinetti | Para LA NACION



El paraíso perdido

Julio María Sanguinetti  |  Para LA NACION

Vive Uruguay un curioso conflicto internacional. En la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico no ha pasado la revisión
de los actuales estándares de transparencia impositiva y el presidente
del G-20, monsieur Sarkozy, no ha tenido mejor idea que agregarnos a
una lista de "paraísos fiscales" y con voz tonante amenazar al Uruguay
con quedar aislado de la comunidad internacional, junto a Vanuatu y
Botswana.

Por más que el discurso haya sido escrito por la burocracia de la
OCDE, ningún presidente francés hubiera mencionado al Uruguay, bien
conocido por Chirac, Miterrand y, naturalmente, De Gaulle. Este, sin
ir más lejos, le llamaba "el brazo Uruguay" al derecho de su amigo el
mariscal Juin, que había sido salvado en la batalla de Verdún por un
médico del ejército francés, Eduardo Blanco Acevedo, un voluntario
uruguayo de posterior relevante actuación científica y política. De
Gaulle y Juin, jóvenes tenientes, cayeron heridos y cuando un viejo
médico, en el hospital de campaña, iba a amputar el brazo de Juin (y
cortar su carrera) el joven Blanco Acevedo se opuso, lo operó y lo
salvó.

Sarkozy, hombre de poca cultura y mucho arrebato, cometió ese error
inexcusable, que ha provocado natural indignación en Uruguay, un país
de escasas dimensiones territoriales pero que siempre ha sido
internacionalmente muy respetado, por encima incluso de su peso
específico.

Naturalmente, mueve a rebeldía la hipócrita calificación de los
técnicos de la OCDE que consideran insuficientes las medidas uruguayas
al respecto. Decimos hipócrita porque nada dicen de la isla de Mann,
ni de Gibraltar, ni del estado norteamericano de Delaware, esos sí
paraísos donde el no residente no paga impuestos. Cargan la romana, en
cambio, contra un país sudamericano que, en lo que a impuestos
refiere, está más cerca del infierno que del paraíso.

Veamos:

1) el impuesto a la renta (que llega a un 25% del ingreso personal) lo
pagan todos y aun las personas no residentes, que están
específicamente gravadas;

2) el sistema no posee ninguna discriminación a favor del no
residente, porque Uruguay nunca distinguió nacionales o extranjeros;

3) el secreto bancario puede abrirse por orden judicial en cualquier
momento ante la sospecha de una evasión fiscal o fraude, cosa que de
hecho se hace todos los días;

4) el ente impositivo uruguayo puede acceder a la información bancaria
de cualquier contribuyente en cualquier momento, como ocurre en
algunos países pertenecientes a la OCDE (caso de Chile);

5) el Uruguay tiene acuerdos de intercambio de información tributaria (con

Francia, por ejemplo), acuerdos para evitar doble tributación (Alemania,

Hungría, España, México, Bélgica, etc.) y muchos otros acuerdos similares;

6) la fiscalidad indirecta es muy fuerte (22% de IVA) y la directa
también (el mencionado impuesto a la renta, más al patrimonio, a las
transferencias de inmuebles, etc.), con una administración que
felizmente ha logrado alcanzar la menor evasión de América latina.

Desgraciadamente, todo esto, que explicado técnicamente es aun más
claro que lo que yo lo pueda decir, no se ha hecho valer de modo
explícito ante la Argentina, por ejemplo. Razón por la cual
seguramente la señora Presidenta, que habló duramente de las "guaridas
fiscales" y no exceptuó a su querido vecino, nunca fue debidamente
informada. Lo presumimos, porque durante años de años hemos tenido que
hacerlo con anteriores gobernantes, a quienes felizmente convencimos
del falaz prejuicio de nuestro "paraíso". Que si nunca lo fue, menos
lo es ahora, cuando se han ido agregando elementos de transparencia.

Debo reconocer que, desgraciadamente, ni nuestro presidente Mujica, no
advertido por incompetentes funcionarios de esta situación, ni nadie
en el gobierno uruguayo se tomó el trabajo de procurar a sus colegas
argentinos antes de la reunión del G-20 para que no ocurriera lo que
ocurrió. Eso es responsabilidad de la administración uruguaya, hoy
totalmente politizada y técnicamente tan debilitada que hace un mes
que se publicó el informe condenatorio de la OCDE y nadie se movió a
ningún nivel para aclarar debidamente la situación.

Ahora se habla aquí en Montevideo de precipitarnos a hacer acuerdos
tributarios con la Argentina y Brasil, que pueden ser peor enmienda
que el soneto. Porque lo primero es que las respectivas
administraciones sean debidamente informadas de cómo es nuestra
realidad tributaria, fuerte y eficientemente organizada, en un país de
razonables pagadores. Por ahí deben empezar las conversaciones y
lamentarse de que la Argentina y Brasil, nuestros representantes en la
OCDE, lejos de ayudar, hayan coadyuvado a este exabrupto. Por incuria
nuestra y poca fraternidad de los vecinos.

Ignorancia en Francia, desinformación en la Argentina y amateurismo en
Uruguay. Una mala combinación que debería superarse con inteligencia y
sin precipitación.

© La Nacion - Buenos Aires.-El autor fue presidente de Uruguay.-
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