EDITORIAL
El futuro
de España no admite demoras
Rajoy tiene que
desvelar ya sus planes y señalar el equipo economómico que los llevará a cabo
21/11/2011
El PP logró ayer una
rotunda victoria electoral, la mayor de su historia en porcentaje de votos y
número de diputados. A su vez, el PSOE cosechó los peores resultados del
periodo democrático. La dimensión de su fracaso ha reforzado a Izquierda Unida
y UPyD, donde se refugiaron los votantes desencantados con el socialismo que no
han optado por la abstención ni por apoyar al PP. Los partidos nacionalistas seguirán
estando representados en la Cámara, con muy diferente matiz en el caso de
Cataluña y en el del País Vasco. Mientras ERC mantiene invariables sus apoyos,
CiU los incrementa; y Amaiur, la marca independentista que integra a la
izquierda abertzale, se convierte en la fuerza que más escaños
obtiene en el País Vasco y dispondrá de grupo propio.
La legislatura que comienza estará marcada por un
grupo popular abrumadoramente mayoritario y una oposición más plural, aunque
minoritaria y dividida.
La victoria del PP lo ha sido, en realidad, de Mariano
Rajoy y del grupo de fieles que lo apoyaron en 2008. Fueron ellos quienes, tras
aquellas elecciones en las que volvió a imponerse Rodríguez Zapatero,
decidieron desmarcarse de la estrategia de la crispación enfrentándose a
amplios sectores del PP y a la práctica totalidad de su entorno mediático, que
reclamaban un inmediato cambio de liderazgo. Rajoy llega a la antesala de la
presidencia del Gobierno libre de deudas para con ellos, incluido su mentor
José María Aznar. El hecho de que el resultado electoral de ayer mejore el de
2000, en el que Aznar fundó un ascendente político que no ha dudado en utilizar
contra los intereses exteriores de España y contra el propio Rajoy, coloca a
este ante una oportunidad seguramente irrepetible para despojar al Partido
Popular de sus resabios ultramontanos y transformarlo en una fuerza
conservadora homologable a las europeas.
En vísperas electorales, la economía española se
precipitó en zona de rescate junto a la italiana. Es razón más que suficiente
para que el presidente en funciones, Rodríguez Zapatero, y el electo, Mariano
Rajoy, hagan un gesto conjunto e inequívoco este mismo lunes, antes de que
regrese la incertidumbre sobre las deudas soberanas europeas, para expresar contundentemente
que España está en condiciones de adoptar sin solución de continuidad cuantas
decisiones económicas sean necesarias. Es preciso, además, que se aceleren los
trámites legales para la constitución de las Cámaras y para la investidura
formal del candidato a la presidencia del Gobierno y la formación del nuevo
Gabinete. Rajoy debe señalar sin demora quién será el interlocutor económico
con la UE en estos días de turbulencias, para que pueda empezar su trabajo con
antelación a la formación del Gobierno.
Rajoy ha logrado esta victoria con un discurso que, a
la vez que mantenía la cohesión de su heterogéneo electorado, pretendía evitar
que los votantes socialistas se movilizasen. Pero lo que se ha revelado como un
eficaz planteamiento para ganar las elecciones, podría erigirse en obstáculo
para gobernar. Un rápido deterioro del capital político que le han concedido
los electores no es solo una perspectiva inquietante para el PP, sino para el
conjunto del país, enfrentado a una crisis de la que no se saldrá sin
sacrificios. Rajoy ha evitado especificarlos durante la campaña, poniendo el
acento en las virtudes que supuestamente produciría un simple cambio de
dirigentes. La gravedad de la situación económica exige YA LO EXIGÍA DURANTE LA CAMPAÑA! abandonar las
ambigüedades, revelar cuanto antes su programa de gobierno y señalar el equipo
que lo llevará a cabo.

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