El
contrapunto británico-alemán
TIMOTHY
GARTON ASH 21/11/2011
Ella dice más Europa. Él dice menos Europa. AMBOS SE EQUIVOCAN: "EUROPA" NO ES CUANTIFICABLE ¿Cancelamos todo? Hace unos días, los dirigentes de Alemania y el Reino Unido
ofrecieron sus respectivas soluciones a la que es sin duda una crisis
existencial del proyecto europeo posterior a 1945. El viernes, se reunieron en
Berlín con la intención de salvar sus diferencias, en busca de un milagro en el
río Spree.
Durante su discurso en un banquete ofrecido por el
alcalde de Londres, David Cameron evocó una Europa "con la flexibilidad de
una red, no la rigidez de un bloque". "Los escépticos", afirmó,
"tenemos razón en un aspecto fundamental. Debemos mirar los planes
grandiosos y las visiones utópicas con escepticismo". Esta crisis ofrece
una oportunidad, O MÁS DE UNA "en el caso de Reino Unido, para recuperar poderes, en
lugar de ver cómo siguen alejándose... y para que la Unión Europea preste
atención a lo que verdaderamente importa". En resumen: menos Europa.
"La tarea que debe cumplir nuestra
generación", dijo Angela Merkel en la conferencia de su partido en
Leipzig, "es completar la unión económica y monetaria en Europa y crear,
paso a paso, una unión política". Si a Europa no le va bien, a Alemania no
le puede ir bien, y Europa se encuentra "tal vez en su momento más difícil
desde la II Guerra Mundial". La respuesta debe ser "no menos Europa,
sino... más Europa". Alemania debe dirigir el camino hacia esta
"política interior europea" con medidas que incluyan las sanciones
automáticas para los miembros de la eurozona que no puedan o no quieran mantener
sus asuntos fiscales en orden. Ah, sí, y además un impuesto sobre las
transacciones financieras, "al menos en la zona euro".
Hay que dejar muy claro que IMPORTANTE Alemania no ha buscado
este papel de líder. LE VIENE POR SUS PROPIAS SEÑAS DE IDENTIDAD Cuando se mira desde la estación central de Berlín hacia
la Cancillería Federal y el Reichstag se ve, en un edificio situado entre
ellos, la bandera suiza. Es una casualidad histórica (el edificio es la
Embajada suiza, que se negó cortésmente a trasladarse después de la unificación
alemana), pero también un símbolo muy adecuado. Lo que quieren hoy los
alemanes, en su mayoría, ¿CÓMO SABERLO? es que les dejen en paz para hacerse ricos y vivir su vida; en otras palabras, ser una Gran Suiza. ¿EMPEQUEÑECERSE? ¿PERDER ACASO SU UNIDAD LINGÜÍSTICA Y CULTURAL? ¿DESNACIONALIZARSE? ARGUMENTO ABSURDO!
Y aquí llega lo irónico. La unión monetaria europea,
cuyo objetivo (sobre todo por parte de Francia) era mantener a la Ale
-mania unificada atada al resto de Europa, es la que
ahora prácticamente obliga a Alemania a imponerse y decir a otros países
europeos lo que tienen que hacer. Porque los alemanes alegan una cosa
razonable: si vamos a rescataros (a Grecia, Portugal, Italia, quizá, dentro de
no mucho, Francia), sacándolo de los superávits que tanto nos ha costado
acumular, entonces tenemos derecho a imponeros condiciones. Si no, nos
arrastraréis a una ciénaga de deuda, déficit e inflación.
En alguna ocasión he oído a la propia Merkel explicar
el dilema alemán en relación con Europa de la siguiente manera: si no
dirigimos, nos acusan de falta de compromiso con Europa; si lo hacemos, nos
acusan de ser unos mandones. Merkel lleva dos años soportando la primera
acusación; ahora se enfrenta a la segunda. Haga lo que haga, nadie va a estar
contento.
Así que agradezco que
haya presentado ahora una visión alemana de hacia dónde tiene que avanzar
Europa. Lo malo es que esa visión tiene dos problemas: uno de estilo y otro de
sustancia. El problema de estilo se debe, no a Merkel, sino a otros miembros de
su partido. Algunos hemos podido comprobarlo en conversaciones privadas, y
ahora lo hemos oído en público, en un discurso pronunciado por el líder parlamentario
de los democristianos, Volker Kauder, el día de clausura de la conferencia de
su partido. No es extraño que la noticia llegara a las primeras páginas de los
periódicos británicos del miércoles. El periódico de masas The Daily
Mail publicó un gran titular: "¡Europa habla alemán!", que
completaba con la obligada referencia a Goebbels en una página interior.
Si quieren, pueden ver
el discurso entero en YouTube
(www.youtube.com/watch?v=eUeuCIe9vkQ&feature=player_embedded#!). Para ser
justos, hay que advertir que es un discurso de los de "arengar a los
fieles", que es siempre un género muy grandilocuente. Aun así, su tono es
insufrible. Después de soltar esa frase de la que seguramente acabará
arrepintiéndose -"Ahora todos hablan alemán en Europa, no de palabra, sino
mediante la aceptación de los instrumentos por los que Angela Merkel lleva
luchando tanto tiempo"-, Kauder continúa dando lecciones, con una
arrogancia y una superioridad moral extraordinarias, e intimidando a
británicos, franceses, griegos (¡nunca deberían haber entrado en la eurozona!)
y turcos (da muestras de mala educación al referirse al primer ministro turco
llamándole solo "Erdogan"). En alemán, tonterías se dice Kauderwelsch, pero
ahora nos hace falta una nueva palabra, kaudern, "Kauderear",
que signifique llevar el lenguaje propio de una juerga nocturna a la escena
política europea.
Este tono ya sería de por sí malo si la receta
política de Alemania para salvar la eurozona fuera totalmente acertada. Pero es
que además no lo es. Solo tiene razón en un 70%, un porcentaje que, en un mundo
de pánico en los mercados, puede convertirse de pronto en un 100% de error. En
una reunión del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores celebrada en Varsovia
la semana pasada, varios oradores llegados de todos los rincones del continente
se levantaron para explicar lo que están diciendo prácticamente todos los
economistas de fuera de Alemania. Si Berlín pretende salvar la eurozona, debe
mostrar más flexibilidad y permitir al Banco Central Europeo que ayude a los
Gobiernos en dificultades (aunque solo sea de manera indirecta, prestando al
nuevo instrumento europeo de estabilidad financiera) y el uso, al menos
provisional, de eurobonos garantizados individualmente y por separado, tal como
sugiere el propio consejo de asesores económicos de Alemania. Si no, es posible
que no quede ninguna eurozona que salvar.
Aun así, por lo menos
Merkel ofrece una versión articulada de una "Europa alemana", cuyos
defectos podemos señalar. ¿Qué visión tiene Cameron de una "Europa
británica"? NUNCA LO HA SIDO, NI SIQUIERA EN SUS PARA ELLOS MEJORES TIEMPOS IMPERIALES Por el momento, pura palabrería. Denuncia las "visiones
utópicas", pero no dice cómo funcionaría su propia visión utópica de una
"Europa en red". Uno de sus partidarios más elocuentes, Daniel
Finkelstein, escribe en The Times que esta Europa sería más
parecida a Microsoft que a los sistemas cerrados de Apple. ¿Qué demonios quiere
decir? ¿Cómo defendería esa "Europa en red" las ventajas que Reino
Unido quiere mantener, sobre todo las del mercado único? ¿Cómo se relacionaría
la "Europa en red" con una eurozona más integrada? ¿Quién sería la
voz de la "Europa en red" en unas negociaciones con China?
Por eso estoy de
acuerdo con el veterano euroescéptico Charles Moore cuando escribe en el
semanario británico conservador The Spectator que Cameron
debería aprovechar este momento para detallar sus ideas sobre Europa. De no
hacerlo, todos los europeos pensarán que el líder británico, en realidad, no
tiene estrategia más que para Reino Unido, un país en el que, según un sondeo
de ICM, el 49% de sus ciudadanos quiere salirse de la UE. O pensarán que tiene
algo todavía más restringido: una mera táctica para evitar que su coalición
tripartita (demócratas liberales, conservadores y euroescépticos) se deshaga
por culpa de "Europa".
Propongo, pues, una modesta idea para animar la
próxima reunión del Consejo Europeo, el 9 de diciembre. Durante la cena, que
Merkel presente su visión de la Europa alemana (para ser más diplomáticos, la
visión alemana para Europa). Que Cameron presente su Europa británica. Luego, que
los demás líderes decidan, en votación estrictamente secreta, de cuál
preferirían formar parte. Después, como es natural, habría que filtrar el
resultado; pero de que se filtrará, incluso en estos tiempos de incertidumbre,
podemos seguir estando seguros. NINGUNA REFERENCIA A LAS RELACIONES PRIVILEGIADAS DEL REINO UNIDO CON EEUU, SIN LAS CUALES REINO UNIDO NO PODRÍA HOY POR HOY ENTENDERSE A SÍ MISMO.

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