lunes, 3 de enero de 2011

FILTRADOR EN LA CÁRCEL, COMUNICADOR EN LAS PORTADAS


La tercera oleada de filtraciones lanzada por Wikileaks -mucho más extensa y centrada en cables diplomáticos de EEUU, no menos que 251.287 cables de más de 250 embajadas- ha generado un entusiasmo sin fronteras por el líder de esa marca, Julian Assange. El personaje sigue alimentándolo con sus alocuciones, entrevistas, encuentros, escondites, huidas y problemas judiciales. Lectores de Time lanzaron su candidatura e para Person of the Year como la más votada, pero el semanario optó por Mark Zuckerberg, el constructor de Facebook, que “reúne” a más de 550 millones de personas en su red social. Le Monde no dudó: eligió al australiano. Assange importa tanto a sus seguidores que la editorial Canongate lo hará millonario publicándole un libro sobre su vida, sus convicciones y WikiLeaks.

Pero el autor de las filtraciones no es Assange sino el norteamericano Bradley Manning, ex analista militar de Inteligencia de las FFAA que, aprovechando su acceso privilegiado a los cables enviados a Washington por embajadores y otros miembros del servicio exterior, logró hacer públicas sus filtraciones mediante WikiLeaks. A sus veintitrés años, Manning padece ahora un implacable régimen carcelario que apenas le da tiempo para dormir y para leer a Kant y von Clausewitz, sus favoritos. Pero ¿por qué este traidor envió sus filtraciones a WikiLeaks y no a otros sitios digitales, o a algún gran periódico que le asegurara una inmensa, inmediata influencia internacional? ¿Cobró a Wikileaks por esta operación? ¿O es tan “idealista” que les donó sus filtraciones? ¿Todas son filtraciones reales o acaso Manning aplicó el viejo truco desinformador: hacer verosímil una información falsa –inventada por él mismo- rodeándola de otras, verdaderas?

Primer receptor de las filtraciones, Assange y su equipo supieron conferirles una inmediata resonancia mundial enviándolas a cinco periódicos muy bien seleccionados: The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde y El País. ¿Ha sido este un envío gratuito o acaso cada uno de los cinco tiene que retribuir generosamente sus servicios a Wikileaks? Acaso el libro anunciado responda a esta y otras interrogantes acumuladas por el nuevo ídolo. A diferencia de sus más ingenuos admiradores, Assange admite que hay situaciones -en la diplomacia, por ejemplo- en las que el secreto es necesario y afirma para demostrarlo que incluso en Wikileaks “mantenemos secreta la identidad de nuestras fuentes” (lo cual de poco le sirvió al pobre Manning). “De manera que el secreto es importante para muchas cosas, pero no debería usarse para encubrir abusos”. Las organizaciones que cometen abusos tienen que ser objeto del escrutinio público, reclama Assange. Pero como le observa Time en una entrevista, y él lo admite como posible, una de las consecuencias no intencionales de esto es el efecto contrario al buscado: es decir, que ahora en EEUU se procure hacer a los secretos más impenetrables de lo que ya eran.

En España, tal como las está presentando El País, a los lectores no nos llegan las filtraciones de WikiLeaks sino versiones de algunas filtraciones redactadas y tituladas por periodistas del diario. Versiones parciales, interpretativas, comentadas. Para comprobarlo, alcanzaría con hacer un análisis comparativo de 1. las filtraciones hechas por Manning y publicadas en Wikileaks. 2. las versiones de esas filtraciones que publica El País y los otros cuatro elegidos. 3. las versiones de esas versiones publicadas más tarde por otros soportes mediáticos.

Tratándose de España, las versiones publicadas por El País hasta ahora (enero 3) castigan, más que a la embajada o al gobierno de EEUU, a las élites políticas del Reino. En cuanto al conjunto de los cables diplomáticos que publica WikiLeaks –afirma entre otros Fareed Zakaria- “muestran las capacidades de los diplomáticos norteamericanos, no sus fallos”. Y a pesar de las duras palabras de Hillary Clinton contra la operación, el propio Secretario de Defensa Robert Gates pronostica que su impacto a largo plazo sobre la seguridad nacional, todavía no conocido, será “modesto”.

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