Apenas iniciada su presidencia semestral de la UE, Hungría confirma las previsiones de quienes criticábamos la precipitada ampliación de la Unión con países hasta hace poco ajenos a la democracia. El 3 de enero, la Comisión Europea le reclama dos explicaciones:
- sobre su nuevo organismo censor de la libertad de prensa que obligaría a los periodistas a revelar sus fuentes cuando abordan cuestiones que pongan en peligro la seguridad nacional,
- sobre una nueva fiscalidad discriminatoria contra empresas europeas instaladas en Hungría.
"No tenemos miedo de las críticas", afirma Viktor Orban, jefe del gabinete, "vengan de la Europa del Oeste o de más allá".
Y las críticas ya le habían llegado nada menos que desde Alemania. Y el Ministro de Exteriores de Luxemburgo llegó a decir a su vez que habría que preguntarse si Hungría es digna de presidir la UE.
El gobierno húngaro se propone a su vez potenciar "los valores de la familia" pero también "luchar contra la exclusión" y -atención, Sarko- "buscar por todos los medios la integración de los gitanos."
Pero Orban se siente seguro por la formidable victoria lograda por él y su partido en las elecciones generales de abril 2010 y en las municipales de octubre
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