miércoles, 14 de septiembre de 2011

BAJO SOSPECHAS DE ALTO NIVEL

La política francesa teje en estos días una nutrida trama de casos judiciales.

DSK acudió el 12 de setiembre, a petición propia, a la sede de la policía judicial para presentar una demanda contra la periodista/novelista Tristane Banon, que en julio lo denunció por intento de abuso sexual con ella en el 2003. La policía ya había interrogado al respecto a numerosas personas, entre las cuales la madre de la supuesta víctima que a su vez ya había hecho públicas sus relaciones con este personaje retratado por el muy convincente Rocard como alquien que tiene "una enfermedad mental que le impide dominar sus pulsiones" y por la madre de Tristane como un adicto a los modos más brutales de hacer el amor. Tristane acaba de decir a su vez que siente náuseas por el tratamiento de héroe que se le ha dado a DSK al regresar a Francia. Y con el apoyo de asociaciones feministas organiza una manifestación contra él el 24 de setiembre frente al Palacio de Justicia. Si la justicia no le da la razón ya encontrará opulento consuelo si se decide a escribir y publicar su propio relato del caso.

Simultáneamente, el incansable Sarkozy impulsa o descubre que su muy próximo colaborador Robert Bourgi, intermediario entre el Eliseo y los jefes de Estado de las antiguas colonias francesas en África, acusa a Jacques Chirac y Dominique de Villepin de haber recibido por su mediación entre 1997 y 2005 hasta 20 millones de dólares donados por varios dirigentes africanos, extiende su denuncia a Pompidou, Giscard d'Estaing y Jean-Marie Le Pen y afirma como era de prever que estas prácticas cesaron con Sarkozy.




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