El jueves 15, miles de libios aclamaron a Cameron y Sarkozy al llegar a Trípoli para ejecutar ambos una suerte de intervención cordial en el espacio de los rebeldes: “Hay que acabar el trabajo”, ordenó sonriente el británico. “Los ataques de la OTAN continuarán”, decidió por su cuenta el francés advirtiéndoles que “No puede haber perdón si hay impunidad”. Anticipó Yalil privilegios en la reconstrucción a británicos y franceses: “todos los países participarán” en ella, sí, pero “según su implicación”. No habrá problemas con la hiperpotencia única, parecen creer Cameron y Sarko puesto que Obama en este caso optó por “leading from behind”. Habrá que ver cuánto dura esta opción.
El viernes 15, miles de libios recibían y aclamaban, en Trípoli, a otro ilustre visitante, el primer ministro de Turquía Erdogan. Venía de visitar otros países del Magreb y lanzó un mensaje diferente al de los dos europeos: ”, saludando la victoria del “pueblo libio” y llamando a los gadafistas a abandonar las armas, pidió a todos “la unificación entre ambos lados”. Prometió ayuda humanitaria y –compitiendo con Francia y el Reino Unido- cooperación en la reconstrucción de los centros dañados. Participó en la plegaria de los viernes en la Plaza de los Mártires. Y recordó a los “mártires libios que se han sacrificado por su patria y su religión como lo hizo Omar el Motjar”, el líder de la resistencia contra la colonización italiana. Como ya había dicho al iniciar su gira en Egipto, su propuesta es la de “un Estado laico” que respeta “todas las religiones. No tengáis miedo”.
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